Imprescindible pelazo

oficina

Puesto vacante: Assistant to the Deputy Manager Assistant Intern Junior Assistant (Assistant).

Descripción de la oferta: Tornillos Gutiérrez, líder en tornillos y tuercas del norte de la comarca de Berguedà Occidental, busca a una persona para dar apoyo al departamento de becarios. Incorporación hace dos meses y medio, que tenemos un pico temporal de trabajo desde 1998.

Jornada laboral: se entra el lunes a las 8 y ya del tirón hasta el sábado. El sábado 23 de noviembre de 2019. Total, ¿qué vas a hacer en casa? ¿Aburrirte en el sofá? ¿Jugar con la Play? ¿Ver episodios repetidos de los Simpson?

Condiciones económicas: 12.000 euros al año, que el empleado podrá pagar en cómodas mensualidades con un interés del 4,6% anual. Esta paga se irá ajustando cada año, ya que conforme el empleado asuma más responsabilidades, también deberá compensar en mayor medida todo el conocimiento adquirido gracias a la empresa. El trabajador también deberá darse de alta como autónomo.

Requisitos mínimos:

  • Experiencia de doce años años en un puesto similar o a ser posible el mismo (¿dónde estás, Marcos? Te fuiste a por café y no regresaste).
  • Experiencia demostrable como consejero delegado en multinacionales, especialmente Coca-Cola o PepsiCo.
  • Licenciado en Económicas, ADE, Biotecnología, Filología Árabe, Orfebrería o similar.
  • Doctorado en Medicina y experiencia en trasplantes.
  • Máster o posgrado en Física Cuántica (se valorarán las publicaciones sobre teoría de supercuerdas).
  • Conocimientos avanzados de informática (debe haber inventado internet).
  • Nivel nativo de inglés, alemán, francés, ruso, chino mandarín, lenguas de Papua-Nueva Guinea, klingon y que nos tenga subtituladas las series cada mañana.
  • Imprescindible pelazo. Rollo que haga así con la cabeza o se pase los dedos como mirando al infinito y todos nos pongamos en plan guau, parece UN ANUNCIO DE CHAMPÚ.

Requisitos deseados:

  • Nivel avanzado de malabares (tres o más mandarinas).
  • Que cante pop de los 80 y los 90 con voz aterciopelada. En inglés y en italiano.
  • Conocimientos intermedios de ingeniería mecánica aeroespacial (la impresora se atasca de vez en cuando).
  • Acostumbrado a trabajar bajo presión (se valorará experiencia como buzo).
  • Buenas dotes comunicativas (a veces Marcos sólo gritaba y lloraba, y nunca supimos qué nos quería decir).
  • Flexibilidad y versatilidad (sí, hablamos de sexo). Acostumbrado a trabajar en equipo (ídem). Orientado a resultados (los resultados están en Cuenca).

Ubicación: A hora y cuarto de tu casa en tren y autobús. Aunque con Renfe ya se sabe.

Acerca de la motivación

trabajo

Un conocido experimento empresarial nos muestra lo curioso de los mecanismos de la motivación en el trabajo, además de romper el mito de que los incentivos económicos son los que mejor funcionan.

En una misma compañía, a un grupo de trabajadores se le dio coche de empresa y se le subió el sueldo un quince por ciento. A otro grupo del mismo nivel y con las mismas responsabilidades sólo se le compró una cafetera para compartir en la oficina y se le dio dinero para café, azúcar y galletitas danesas.

Adivinad qué grupo mejoró más su rendimiento.

El del café, obviamente.

Al principio se arguyó tomar café es una actividad que se lleva a cabo en grupo y esto mejoró el ambiente laboral. Además, se trataba de un incentivo simbólico, lo que va en línea con lo que sabemos acerca de la complejidad de las motivaciones personales y de las dinámicas de trabajo en las oficinas. Es decir, motivar no consiste en tratar a los empleados como máquinas expendedoras que funcionan con monedas, sino como personas con diferentes objetivos y preferencias.

Eso fue hasta que se comprobó que los tipos de los coches llegaban cada día tarde a la oficina por culpa de los atascos. Y que dos de ellos habían muerto en terribles accidentes. Bueno, en realidad uno no murió. Quedó en estado vegetativo. Lo desconectaron, pero aún aguanta gracias a la pila del marcapasos. Esas pilas duran diez o doce años tranquilamente. Además y con el incremento de sueldo, otro se fue de vacaciones a un páis exótico, donde fue asesinado, mientras que al menos cuatro acabaron adictos al alcohol, a las drogas y/o al juego, ya que tenían más dinero para dedicarlo a esas actividades que les servían para soportar la agonía absurda de la jornada laboral.

Lo peor vino cuando el grupo de la cafetera se enteró de que a sus compañeros les habían regalado esos Audis negros y, resentidos, quemaron la oficina y asesinaron a los dueños, a los altos directivos, a los psicólogos que habían diseñado el experimento, al jefe de personal que lo había permitido, a un tipo que había escrito un libro sobre cómo motivar a los empleados y a sus primogénitos.

«¡Café -gritaban-, los hijos de puta nos daban CÁPSULAS DE CAFÉ DE TREINTA CÉNTIMOS!» Cuando les recordaban lo contentos que estaban, los empleados aseguraban con los ojos enrojecidos por la ira que hubieran estado aún más contentos con un Audi negro. Incluso con un Audi gris.

Los trabajadores fueron juzgados y absueltos de todos los cargos. El juez aseguró en su sentencia que «él hubiera hecho lo mismo» y que estaba «hasta las narices de esas galletas danesas, que te las ponen en todas partes y no tienen ni chocolate, ni pasas, ni nada que sepa a algo que no sea mantequilla».

(Fuente de la imagen).

Esto es un atraco

oficina

A: Buenas, quería sacar cincuenta euros.
B: ¿Perdón?
A: Sí, es que el cajero no funciona. Aquí está mi libreta. ¿Me da cincuenta euros, por favor?
B: ¿Me está vendiendo una libreta por cincuenta euros? ¿Una libreta usada?
A: ¿Pero esto no es la Caja Bilbainocatalana de Ahorros?
B: Sí, claro. Eso pone en la puerta.
A: Qué susto. Pensaba que me había vuelto a confundir con la zapatería. El caso es que el cajero no funciona y…
B: Sí, eso ya me lo ha dicho. ¿Pero por qué le tengo que dar yo a usted ese dinero?
A: Porque es mío y lo necesito.
B: ¿Suyo? ¿Y qué hace aquí, si es suyo?
A: Pues abrí una cuenta corriente. Ustedes me lo guardan.
B: Ja, ja, ja, qué ridículo. Pero si yo a usted no le conozco de nada, ¿por qué iba a guardárselo?
A: Porque eso es lo que hacen los bancos. Ande, déjese de tonterías y déme mi dinero.
B: ¿Su dinero? Pero a ver, usted nos lo entregó, ¿no? Pues ahora es nuestro. No habérnoslo dado.
A: No se lo di, sólo se lo presté.
B: ¿Dónde dice eso?
A: Bueno, supongo que en los papeles…
B: Ya, ya, supongo que, imagino que, los papeles que no tengo aquí… Lo de siempre, no es la primera vez que oigo ese discursito.
A: Pero mire, la libreta dice que tengo más de seis mil euros en esta cuenta.
B: Bueno, al menos usted no peca de avaricioso, que los hay peores. Tenga, mire.
A: ¿Qué me da?
B: Es un post-it. Pone que usted me debe cinco millones de libras esterlinas.
A: Pero es que yo no soy un banco.
B: Ni nosotros una oenegé. ¿Qué se ha creído? ¿Que regalamos dinero? ¿Que repartimos billetes de cincuenta euros a cambio de nada? ¿Qué clase de negocio sería ese?
A: ¡Ustedes me cobran comisiones hasta por respirar! ¡Y pueden usar mi dinero para prestárselo a otra gente!
B: Mire, deje de molestar. O se va de aquí inmediatamente o llamo a la policía.
A: ¿Y mi sueldo? La empresa ingresa cada mes mi sueldo en esta cuenta.
B: ¿Ve cómo lo que dice no tiene sentido? Según usted, la empresa para la que trabaja nos da su sueldo a nosotros, que no le conocemos de nada y que no trabajamos allí. Eso es absurdo. ¿Qué clase de imbécil autorizaría a otra persona a cobrar su paga?
A: ¿Pero cómo van a pagarme cada mes en el despacho, si no?
B: Pues dándole su dinero.
A: Eso no funciona así.
B: ¿Ah, no? ¿Usted cobra en especie?
A: No, cobro un dinero que está aquí a mi nombre.
B: A su nombre, dice… Como si fuera el gobernador del Banco de España, firmando billetitos. El dinero ESTÁ EN el banco y ES del banco. Haga el favor de salir de aquí y si necesita cincuenta euros, venda algo o trabaje, como hacemos todos.
A: ¿Ah, sí? Pues no pienso seguir pagando la hipoteca.
B: ¿La qué?
A: La hipoteca. El dinero que el banco ME DIO para comprarme un piso.
B: Nosotros jamás le daríamos dinero a usted. Y menos para comprarse un piso. Eso es ridículo. La gente no necesita dinero para comprarse una casa.
A: ¿Cómo?
B: Usted, cuando nació, ¿dónde vivía?
A: En casa de mis padres.
B: O sea, en una casa. ¿Y alguna vez compró esa casa?
A: No.
B: Y sin embargo vivía allí.
A: ¡No me líe! Mis padres sí que la compraron.
B: ¿Tiene pruebas? ¿Más papeles misteriosos?
A: Recibirá noticias de mis abogados.
B: Pero si no puede pagárselos.
A: No, pero le suscribiré a su newsletter.
B: Un momento, espere… ¿Usted necesita una batería de cocina?
A: No me vendría mal.
B: Pues igual le interesa invertir un mínimo de tres mil euros en este fondo que invierte en máquinas de escribir. ¡Son máquinas! ¡Las máquinas son el futuro! ¡Le regalaremos una olla usada!
A: No tengo tres mil euros. Se lo han quedado todo ustedes.
B: No se preocupe. Nosotros le podemos prestar ese dinero. Para eso estamos.

(Fuente de la imagen).

91%

olimpiadas

A: Tenemos con nosotros a uno de esos españoles que está a favor de que los Juegos Olímpicos se celebren en Madrid.
B: ¿Eh?
A: Parte de ese 91% que según las encuestas está apoyando a la capital española en su carrera olímpica.
B: ¿Pero qué dice?
A: Todo el mundo está de acuerdo: a la vigésimo novena va a la vencida.
B: ¿Esa cámara está grabando?
A: Díganos, ¿qué ventajas cree que le pueden traer los juegos a Madrid?
B: ¿Pero de qué juegos habla? Si yo sólo he bajado a por pan.
A: Ya, pero se alegra por el hecho de que la llama olímpica ya caliente los corazones de los madrileños.
B: ¿De qué habla? Si yo soy de Huesca.
A: Es lo mismo, usted está a favor de Madrid 2020: es una verdad matemática.
B: No entiendo nada de lo que me está diciendo.
A: Es muy sencillo: sólo el 9% está en contra de que los juegos se celebren en Madrid. Eso significa que 0,9 personas de cada diez no apoyan a nuestra capital. Y no veo que le falte la mano ni que le hayan cortado la nariz. Por tanto, está a favor.
B: ¿Pero esa encuesta cuándo se hizo? A mí no me ha llamado nadie.
A: No es una encuesta, es una verdad matemática. Si uno es un español entero y no un traidor tullido, está a favor de los Juegos Olímpicos de Madrid.
B: Yo es que no soy mucho de deportes. Le he dicho que bajaba a por pan, pero en realidad voy a comprar una palmera de chocolate. (Baja el rostro, avergonzado).
A: Pues no le extrañe que en 2020 pueda comprar palmeras DE ORO: un 99% de los encuestados de fuera de Madrid cree que los juegos aportarán beneficios económicos.
B: ¿Un 99%? Eso es mucho, ¿no?
A: Es posible que hayamos preguntado a algunos de los votantes de Kim Jong-un.
B: Oiga, pues me alegra mucho estar a favor de algo porque estar en contra de las cosas es de tristes. Y yo sin saberlo. Me quedo más tranquilo.
A: Pero por favor, no se vaya sin darnos su opinión sobre los Juegos Olímpicos que sin duda se celebrarán en Madrid dentro de siete años.
B: No sé… Pues a ver… Yo no voy a verlos porque soy más de dormir, pero… ¿Qué me está dando?
A: Nada, nada.
B: ¡Me está pasando un papelito!
A: Es lo que piensa acerca de los juegos. Por si necesita ayuda.
B: “Los juegos son una ilusionante oportunidad…” ¿Quiere que lea esto? Yo no he pensado nada así en toda mi vida.
A: Según la encuesta de antes, sí.
B: No voy a leer esta hoja.
A: El 93% de los españoles cree que debería.
B: ¿Cómo lo sabe? Eso no lo puede decir la encuesta.
A: No, no, qué tontería… Es otra encuesta. Una que he hecho. Ahora.
B: Oiga, eso es imposible.
A: El 102% de los españoles cree que es posible.
B: Pero si no se ha movido de aquí.
A: El 345,2% de los españoles insiste en que por favor lea la nota que le he pasado, que seguro que coincide totalmente con sus ideas acerca de las olimpiadas.
B: Pero…
A: Mire. Se lo voy a demostrar. Disculpe, caballero.
C: ¿Sí?
A: ¿Debe o no debe este señor leer la nota que le he pasado?
C: Y tanto.
A: ¿Lo ve? ¡El 100%! ¡Todos!
B: Esto no me parece normal. ¿No estará usted compinchado con ese otro señor?
A: No, en absoluto.
B: Entonces, ha escogido a alguien al azar.
A: Sí.
B: Que casualmente es el cámara.
A: Las probabilidades eran escasas, lo admito. Pero la estadística y las matemáticas son así.
B: (…)
A: ¿Sabe que nueve de cada diez españoles se está impacientando?
B: (…)
A: ¿Sabe que estamos en directo?
B: (Lee la nota mientras se va desnudando torpemente. La última palabra -“alegría”-, coincide con el caer de sus calzoncillos sobre los tobillos).
A: Muchas gracias.
B: De nada.

 

(Fuente de la imagen).

Cosas tuyas

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A: ¡SOCORRO! ¡NO ME MATES!

B: ¿Yo? No sé de qué hablas…

A: ¡Me estás clavando un cuchillo en el pecho!

B: Pero qué dices, ¡esto es un peine!

A: ¡Basta, estoy sangrando!

B: Anda, exagerado.

A: ¡NO! ¡BAJA LA PISTOLA! ¡AAAAH! ¡ME HAS DADO EN LA BARRIGA! ¡AAAAAAH!

B: No digas tonterías, yo estoy aquí tan tranquilo, esperando al autobús, pensando en mis cosas.

A: ¡Pero si estamos en mi casa!

B: Yo no tengo la culpa de que el autobús pase por aquí. Reclama al ayuntamiento o a quien sea.

A: ¿Qué es eso? ¿Qué me das?

B: Agua.

A: Ah, gracias, veo que has entrado en razón… ¡Sabe amarga!

B: Es que el agua de grifo de Barcelona es un asco.

A: ¡Me has envenenado!

B: ¿¡Yo!? ¿Pero por qué dices eso? Me estás ofendiendo con estas acusaciones infundadas.

A: ¡Al menos hazlo rápido! ¡Basta ya de tanto sufrimiento! ¿Qué haces con esa cuerda?

B: Nada, nada; me estoy atando los zapatos.

A: ¿Pero tú crees que la lámpara aguantará?

B: Los zapatos, te digo.

A: ¡Ah! ¡Suéltame! ¡No! ¡No quiero morir ahorc…! Au… Te dije que no aguantaría.

B: ¿El qué?

A: Estoy sangrando por todas partes, tengo el estómago revuelto, me he torcido el tobillo, me has roto la lámpara…

B: En serio, no dices más que tonterías. ¿No tendrás fiebre?

A: ¡AH! ¡BASTA! ¡NO! ¡EN LA CARA, NO! ¡SUELTA LA SARTÉN!

B: Jajaja, qué humor más raro tienes.

A: Mif dientef…

B: Jajaja…

A: ¡Qué me estás echando! Huele a… ¿Es gasolina?

B: No, hombre, si fuera gasolina y te tirara esta cerilla por encima, arderías en llamas.

A: ¿Se puede arder en otra cosa que no sea llamas? ¡AAAAH! ¡AAAAAH! ¡QUEMA! ¡POR FAVOR! ¡AYÚDAME! ¡AAAAAH! ¡Aaaah…! Menos mal que rodando se ha apagado… Duele… Llama a una ambulancia, por favor. ¿Qué haces? ¿Dónde me llevas? Suéltame.

B: Yo no te llevo a ningún lado. Vas tú solo. Yo te sigo.

A: No, por la ventana, no. ¡No! ¡Para! ¡Aaaaah!

B: ¿Qué dices? No te oigo.

A: Jajaja… Vivo en un primero… Jajaja… Sólo me he roto las dos piernas y varias costillas.

B: En serio, no entiendo lo que me estás contando. ¿Te encuentras bien?

A: ¿Eso es mi piano?

B: ¿Un piano? No hombre, no, ¿qué haría yo con un piano?

A: ¡NO! ¡NO ME LO TIRES ENCIMA! ¡NO!

B: Deja de inventar cosas, que me estás preocupando.

A: Ha caído sobre el lado izquierdo. Aún sigo vivo. Me duele todo, excepto lo que ya no siento, pero sigo vivo. ¿Qué es eso?

B: El móvil.

A: ¿Le estás quitando la anilla a una granada?

B: Que no, que es el móvil. Me ha llegado un guadsap.

A: ¡Ah! ¡Socorro! ¡Señora, corra, es una granada! Ah no, era el móvil.

B: Si te lo estoy diciendo. Mira qué foto más graciosa me han enviado. Es un perro.

A: Ah, pues sí. Jejeje… Envíamela.

B: Voy.

A: ¡NO ERA UNA FOTO DE UN PERRO! ¡ERA UNA GRANADA! ¡AH! ¡SOCORRO!

(Se oye una explosión. Mueren A y la señora).

B: Anda, coño, si tenía razón él. Si le estaba asesinando. Anda. Fíjate.

(Fuente de la imagen).

El sueldo, esa rémora comunista

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Ha llegado el momento de trabajar duro por el país. Pero de verdad. Estamos en crisis y ya no podemos contar con privilegios absurdos y liberticidas como las pensiones, los subsidios de desempleo, las indemnizaciones por despido, el café de media mañana, la educación y la sanidad públicas, el agua corriente, el derecho a huelga, los tratamientos gratuitos contra el cáncer y ya puestos por qué no pedís una manicura, so vagos.

Eso está claro. Y lo sabemos todos. Quien ahora esté sin nada, debería haber ahorrado durante la época de vacas gordas en lugar de comprarse ese horrible abrigo de G-Star Raw, que sólo te gustaba porque tiene el logo de la marca por toda la espalda, so hortera. Ahora, por hortera, no te queda más perspectiva que pegarte un tiro. Ah no, que no puedes pagarte las balas.

Pues mala suerte.

Pringao.

En definitiva, hay que ir más allá. Me refiero a los sueldos. Cobrar por trabajar no es más que un claro atentado a la libertad de los empresarios, que han de poder triunfar adecuadamente con sus ideas astutas, como vender cedés, gracias a la protección del gobierno, cuya función, como gobierno mínimo que debe ser, es garantizar los derechos de las empresas.

Sé que a una minoría estalinista no le gustará esta idea, pero es evidente que cae por su propio peso: la riqueza de un país se asienta justamente en el empresariado, y a éste no se le puede lastrar con la carga de los sueldos, porque si no, el producto interior bruto se quedará estancado y esto sólo se traducirá en más desempleo. Aún.

¿Y quién quiere estar sin trabajo? ¿Aparte de ti, maldito vago?

Sí, soy consciente de que el sistema de cobrar por trabajar tenía sus ventajas, pero está claro que es obsoleto e insostenible, ya que irremediablemente produce paro: los empresarios no se pueden permitir más que un número finito de empleados, no vaya a ser que sus beneficios anuales se reduzcan en algún que otro punto porcentual. En cambio, si el trabajador tiene un coste cero, el empresario puede contratar a infinitos trabajadores, lo cual se traducirá como es natural en una eliminación del desempleo en España.

ES CIENCIA ECONÓMICA, ESTÚPIDO.

Asimismo, al haber una mayor mano de obra, parece más que evidente que se podría terminar con lacras como las horas extras y la saturación de trabajo: cada cual podría hacer sus funciones y volverse a dormir al parque debajo de unos cuantos cartones tras apenas doce o trece horas de trabajo.

No apreciar las bondades de este sistema y los perjuicios que provocan los sueldos es simplemente estar anclado en un pasado izquierdoso que sólo conduce a la ruina y al asesinato de cientos de millones de personas. Ya es hora de aplicar criterios científicos a la economía. Criterios que den resultado y que nos ayuden a mantener un crecimiento económico sostenido y prolongado en el tiempo, gracias a un mercado libre de interferencias, exceptuando aquellas interferencias que favorezcan a la banca. Como es natural.

Es más: hemos venido al mundo a trabajar y esto es lo que sin ningún tipo de dudas nos realiza como personas. Si trabajar es nuestra obligación como seres humanos y además es un placer, no tiene ningún sentido cobrar por hacerlo. Y es que el dinero no tiene nada que ver con el trabajo. Quien quiera ser rico, que haga lo que han hecho siempre los ricos: heredar o robar.

 

(Fuente de la imagen).

(Texto originalmente publicado en La decadencia del ingenio).

Acerca de las justas críticas de la CEOE a la pereza de los asalariados

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José de la Cavada, responsable de relaciones laborales de la CEOE, ha criticado que se concedan hasta cuatro días de permiso cuando fallece un familiar directo y hay que ir a enterrarle lejos de donde uno vive. Es una excusa muy barata porque nadie entierra a sus familiares. Sólo nos quedamos ahí de pie, mirando como otros señores hacen todo el trabajo. Nuestra asistencia es inútil. Somos los empresarios de los funerales.

En todo caso, De la Cavada tiene razón: la actual legislación laboral tiene muchos huecos que son continuamente aprovechados por empleados vagos y sin escrúpulos. Por ejemplo:

– Las empresas están medio vacías porque los empleados están continuamente asesinando a todos los familiares que viven lejos sólo para poder disfrutar de cuatro días de permiso.

– Conozco a muchas parejas que se han casado para tener los quince días de vacaciones. Cada cierto tiempo se divorcian y después se vuelven a casar para tener otros quince días.

– Ojo, que también hay bodas entre amiguetes para hacer un viaje en plan colegas a costa de la empresa o simplemente tener dos semanas de fiesta cada uno. El matrimonio homosexual ha agravado esta costumbre, aunque hay que reconocer que ya estaba muy extendida desde hace años.

– Muchas parejas tienen hijos para disfrutar del permiso de paternidad y maternidad, por no hablar de las visitas al ginecólogo. Cuando se cansan del niño, estos comunistas lo matan y lo entierran. A ser posible, bien lejos, para tener cuatro días de permiso y no sólo dos.

– Cuando se termina el amor, muchos prefieren asesinar a su pareja en lugar de divorciarse, para tener, de nuevo, dos o cuatro días de fiesta. Es importante darse prisa para ser el criminal y no la víctima.

– Combinando bodas, divorcios, nacimientos y asesinatos, hay gente que acaba trabajando dos o tres meses al año, como mucho.

– Es más, un antiguo compañero de trabajo no sólo mató a su pareja, sino que tuvo la desfachatez de pedirse una baja por depresión con la excusa, claro, de que su esposa había fallecido.

– Y ojo, que si pillan a alguien por uno de estos crímenes, sigue impune, porque si le citan judicialmente, puede faltar al trabajo sin consecuencias.

También hay un día de permiso por mudanza. Como todo el mundo sabe, la burbuja inmobiliaria no fue debida a que los empresarios no tuvieran visión de futuro y los bancos no supieran hacer su trabajo. No: la burbuja se debió a que muchos trabajadores comenzaron a comprar y a vender casas como locos para disfrutar de ese día de asueto extra. Una amiga mía se mudó cada semana durante un año para trabajar sólo de lunes a jueves.

– ¿Y qué hay del derecho a voto? El derecho a voto no es más que una concesión de los partidos políticos a los sindicatos para que quienes trabajan en domingo puedan escaquearse unas horas. La gente puede votar en su tiempo libre. O por correo. Es cuestión de planificarse. O de eliminar el derecho a voto. ¿Para qué quiere votar todo el mundo? No tiene sentido. Cuánta más gente vote, menos valor tiene cada voto, por lo que la democracia pierde fuerza si todo el mundo puede acceder a ella.

Los abusos de las bajas por enfermedad son aún peores. Todos conocemos a alguien que ha viajado a Fukushima para volver con cáncer y poder pillarse la baja.

– Las excusas no quedan ahí. ¿Quién no se ha disparado alguna vez en la cabeza para no ir a trabajar? Al fin y al cabo, nadie te hará ir a la oficina una vez muerto. Vale, hace unos años mi jefe obligó a un compañero a venir a trabajar después de haberse suicidado. Fue un poco desagradable porque se pasó las horas comiendo cerebros, pero sin duda fue una decisión justa.

– Lo reconozco: en una ocasión yo llamé al trabajo dando un aviso de bomba para no tener que ir. Y para que nadie descubriera que era mentira, detoné varios kilos de explosivos de verdad. Pasaron tres semanas hasta que nos reubicamos en otras oficinas. Y sólo murieron siete personas. Mereció la pena. Ocho ya me hubiera sabido mal.

Está claro: si reducimos drásticamente estos permisos innecesarios, no sólo mejorará la productividad de nuestras empresas, sino que prácticamente eliminaremos la criminalidad en España. De hecho, por poco que investiguemos veremos claro que Gerardo Díaz Ferrán, presidente de la CEOE entre 2007 y 2010, simplemente acabó en la cárcel porque sus trabajadores no rindieron lo suficiente. Y el propio De la Cavada fue multado sólo por intentar desenmascarar a los asesinos que había infiltrados en su plantilla.

Héroes. Son héroes.

 

(Fuente de la imagen).

19 trucos para ahorrar

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Desde que entramos en crisis en 1830, todos estamos buscando nuevas formas de ahorrar y controlar los gastos, ya sea porque nuestros ingresos se han visto reducidos o simplemente por miedo a que se vean recortados y no contar con unos ahorros que nos permitan aguantar los 70 años de recesión previstos por los más optimistas.

Como a estas alturas (estoy subido a un taburete) ya debería saber todo el mundo, soy un experto en economía y conozco muchas técnicas de ahorro que a lo mejor vosotros ignoráis, al ser unos iletrados y unos manirrotos. Os explico unos cuantos trucos fáciles de aplicar:

1. Compra marcas blancas y ahorra, por ejemplo, cuatro céntimos por cada kilo de arroz. Después de comprar 300 paquetes habrás reunido los 12 euros que te cuesta el primero de los siete gintonics de cada fin de semana.

2. Por cierto, siempre que voy de gintonics, me llevo la ensalada de casa.

3. Si gastas lo mismo, pero pagas con billetes pequeños, tu gasto es más pequeñito. Y es supermono.

4. De hecho, es mucho mejor tener cien billetes de cinco euros que uno de quinientos porque los puedes tirar en la cama y revolcarte desnudo sobre ellos. Con el de quinientos también lo puedes hacer, pero queda muy raro.

5. En enero suelen subir los precios, aprovechando que nadie mira. Yo me compro unos setenta cortados en diciembre y me los voy tomando tranquilamente para empezar el año sin tanto gasto.

6. Si te cuesta ahorrar, puedes empezar poco a poco. Por ejemplo, ahorrando una hora al día o comprando menos cosas que comiencen por la letra A.

7. Desde que no tengo coche, ahorro mucho en gasolina. Sólo me gasto unos treinta euros al mes en llenar el depósito de la bicicleta.

8. De hecho, aproveché que me deshacía del coche para renegociar el seguro y ahora pago un 20% menos.

9. Hay que estudiar bien la factura del móvil: puede que no estemos aprovechando las ventajas de la tarifa, que necesitemos cambiar de operadora o, mejor aún, apagarlo, guardarlo en un cajón, meter el armario en una furgoneta, conducir hasta un acantilado de la costa y tirarlo el armario al mar.

10. ¿Seguro que necesitas respirar tanto? Prueba a respirar más lento y así gastarás menos oxígeno.

11. Cuando veas por Facebook que ofrecen cachorritos en adopción, ¡aprovecha! ¡Podrás comer carne gratis!

12. No hace falta que bebas agua embotellada. El agua del grifo cumple todos los requisitos de salubridad y a tu vecino no le importará que te cueles en su casa saltando por el balcón para llenar las dos garrafas de ocho litros cada día.

13. Hablando de agua, yo no me ducho. Cojo a un gato de la calle y le obligo a lamerme.

14. Puedes ahorrar haciendo pan casero. Y tu propio queso. Y comprándote una vaca para la leche. También tengo un cerdo al que mataré para hacer mi propio jamón. Y en la bañera es donde preparo Jaibeer, mi cerveza artesana. En el recibidor tengo una plantación de algodón y lino para tejerme mis propias camisas. Y con esta impresora elaboraba mis billetes caseros, pero se ve que eso es ilegal, como aprendí después de pasar cuatro años en la cárcel.

15. Los packs de ahorro son un timo, tal y como le demostré al encargado de un supermercado.

Jaime: Oiga, que este pack de doce yogures vale cuatro euros, pero el de cuatro sólo vale dos. ¿Cómo se atreven a llamarlo pack de ahorro si cuesta el doble?
Encargado: No, verá, si compra doce, cada yogur le cuesta treinta y tres céntimos, pero si compra cuatro, el yogur le sale por cincuenta céntimos.
Jaime: CUESTA EL DOBLE.
Encargado: Piense que es como si le regaláramos cuatro.
Jaime: CUATRO ES EL DOBLE DE DOS. TENDRÍA QUE SER AL REVÉS. EL PACK DE AHORRO TENDRÍA QUE COSTAR DOS Y EL NORMAL, CUATRO.

Me echaron a patadas porque no les interesa que se sepa la verdad.

16. En vez de ir cada día de menú, puedes llevarte un tupper al trabajo. Los puedes comprar por menos de un euro. Eso sí, saben mucho a plástico.

17. Comprar ropa de otras temporadas o incluso de segunda mano no es más que un parche. Yo prefiero desenterrar tumbas y vestirme con la ropa de los cadáveres. Fíjate, toca la tela. Calidad. A este señor lo enterraron con el traje de su boda, no hay más que ver las elegantes chorreras de la camisa. Sí, huele raro, pero lo disimulo echándome encima medio litro de Nenuco.

18. En vez de salir a cenar y de copas, invitaba a mis amigos a casa, pero me cobraban por venir y darme conversación, así que preferí hacer lo de siempre: divertirme con ellos por los mejores bares de Barcelona. Además, siguen empeñados en jugar al divertidísimo “¿pero esta vez quién coño ha avisado a Jaime?” ¡Nadie! ¡Os sigo cada tarde y os observo con mis prismáticos! ¡Nunca me ganaréis! ¡Jajaja! ¡Aunque esto de llevarla siempre es muy injusto! ¡Podríamos turnarnos!

19. No sabes lo que te ahorras en cenas si tu novia es una muñeca hinchable o un maniquí que no querían en Zara porque el brazo izquierdo está un poco roto. Eso sí, es posible que no te dejen entrar en todos los restaurantes.

 

(Fuente de la imagen).

Colmillos venenosos

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A: Buenas, venía a devolver este juguete.

B: Claro, ¿qué le ocurre?

A: Verá, es que pone que es una araña de plástico con colmillos venenosos. Y ahora mi hijo está muerto.

B: Aham… ¿Y cuál es el problema?

A: A ver, es una araña de plástico. Con colmillos. Y los colmillos tienen veneno de verdad.

B: Claro, lo pone en la caja.

A: Pero es un juguete para niños. ¿Por qué ponen veneno en un juguete para niños?

B: Para niños de entre 6 y 12 años.

A: Sí… Mi pobre Alfredito tenía 7 años de nada…

B: Es decir, niños que saben leer.

A: ¿Cómo?

B: A ver, es que usted mismo lo ha dicho, lo pone en la caja: “Araña monstruosa con colmillos venenosos”.

A: Pero es un juguete. Los juguetes no son venenosos. Hacen ver que lo son, pero en realidad no lo son.

B: No sé qué decirle, es que está muy claro.

A: Creía que era un reclamo publicitario.

B: ¿Un reclamo publicitario? ¡Era una advertencia!

A: ¿Pero a quién se le ocurre ponerle veneno a un juguete?

B: Así es más divertido. Los niños quieren juguetes realistas. Para jugar a ser mayores. Y de esta forma  aprenden acerca de los riesgos con los que se pueden encontrar cada día.

A: ¡Y ahora mi hijo está muerto!

B: Claro, es que usted tendría que haberle avisado. Mira, Luisito…

A: Alfredito.

B: Perdón. Mira, Alfonsito, esta araña tiene veneno, así que cuidado con los colmillos. Colmillos CACA.

A: ¿Y no sería más fácil poner colmillos de goma SIN veneno?

B: El problema que tienen los padres de hoy en día y perdone que sea Franco y me subleve contra el orden constitucional iniciando una Guerra Civil básicamente porque no respeto la voluntad de los ciudadanos y me falta un huevo… Ay, disculpe, que me he equivocado. Quería decir que el problema de los padres de hoy en día y perdone que sea franco, es que ustedes rehúyen sus responsabilidades. Pretenden aparcar a los niños delante de la tele o con algún juguete moderno para no tener que perder el tiempo educándolos.

A: Es que llego tarde a casa… Mi mujer también trabaja mucho… Estamos cansados, compréndalo…

B: Ya, si yo lo comprendo, pero no le eche la culpa al juguete. Lo decía bien claro. En la caja. Colmillos venenosos. Mire, vamos a hacer una cosa. ¿Tiene más hijos?

A: Una niña. De cinco.

B: Pues le vendo esta muñeca con un descuento del treinta por ciento. Es perfecta. Come papillitas y llora…

A: Aquí pone que también hace pipí. Y que el pipí es ácido de batería.

B: Efectivamente.

A: ¿No tiene nada más seguro?

B: ¿Qué le parece este juego de construcción? Con los bloques puede construir una casa. ¡O lo que imagine!

A: Aquí pone que dos de los ladrillos son de dinamita y explotan al colocarlos.

B: Jajaja… Sí…

A: ¿No tiene nada que no sea mortal?

B: Es que es lo que está de moda… Mire, por ejemplo, esto es lo último que nos llega de Estados Unidos.

A: ¿Es una pistola? Parece de verdad.

B: Es de verdad. El juego consiste en que usted la esconde y los niños la tienen que buscar. Hay dos niveles de dificultad: cargada o sin cargar.

A: Me sigue pareciendo muy peligroso.

B: También tengo una botella de lejía.

A: No, es igual, déjelo.

B: Y este juego de manualidades. ¡Incluye sierra eléctrica!

A: Gracias, buenas tardes.

B: ¡Eh! ¡Oiga! ¡Se deja la araña! ¡Oiga!

Entrevistas de trabajo: algunos consejos

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Observo con espanto y horror que son muchos quienes no saben cómo comportarse en una entrevista de trabajo y movidos por el pánico acaban corriendo hasta la ventana más cercana para saltar entre gritos de angustia.

Y así es muy difícil que a uno le den el puesto, excepto para un empleo de suicida en France Telecom.

Yo soy un experto en entrevistas de trabajo. Las hago tan bien que a veces me presento a procesos de selección simplemente por divertirme. Ahora podría estar trabajando como gobernador del Banco Central Europeo, de presidente fundador de Google o incluso como reponedor en el Mercadona, si no fuera porque me debo a mi blog y cada dos días he de despiojar y limpiar a manguerazos a mis monos redactores, cosa que me quita mucho tiempo.

De todas formas y siguiendo mi vocación de que La Conspiración se consolide como un manual para el hombre contemporáneo y la mujer de los 80, recojo aquí una lista de consejos y cuestiones a tener en cuenta en una entrevista de trabajo.

-Hay muchas dudas al respecto de la vestimenta adecuada. Yo soy de la opinión de que conviene llevar ropa. Y que esta ropa ha de ser adecuada al sexo de cada cual. Y a su tamaño. A su tamaño total, no sólo al tamaño del sexo.

-En cuanto al cuidado e higiene corporal, por norma es mejor ir limpio que ir sucio, pero si por ejemplo vas a pedir trabajo a una empresa madrileña, un exceso de higiene podría hacer sentir incómodos a tus posibles compañeros. Confórmate con engominarte el pelo, para disimular la grasa, y sobre todo no olvides bordar tus iniciales en la camisa, como hacen ellos, que por ahí hay mucho chorizo.

-Varios estudios demuestran que las personas altas lo tienen más fácil para conseguir un puesto de trabajo. Procura crecer cinco o seis centímetros la noche antes de la entrevista.

-Cuando saludes a tu entrevistador, ponte de pie y dale la mano con energía. Si ves que se la queda, recuérdale en tono amistoso que la necesitas, pero ya al final de la entrevista. Si tienes más manos, ni lo menciones. Tacaño.

-No seas tú mismo. Si estás en paro es porque probablemente tienes algún defecto. Si estás en paro y además eres soltero, tienes muchos defectos y nadie te quiere. Así no te van a dar trabajo. Mejor sé otra persona. Alguien agradable y atractivo, para variar. E interesante. John Malkovich. O James Spader. Pero el Spader gordote de ahora, no el pusilánime de los 80 y los 90.

-No todo el mundo está interesado en tus teorías sobre invasiones alienígenas. Especialmente si sostienes que «ya están aquí» y te pones a buscar cicatrices en la nuca de tu entrevistador, «donde implantan los chips».

-El sexo en la primera entrevista no está bien visto por todo el mundo, sobre todo si es una entrevista de grupo. Mejor a partir de la segunda. Deja que tu entrevistador tome la iniciativa, pero no te andes con remilgos. Que estamos en crisis.

-Cuando te pregunten por tu experiencia laboral anterior, no hace falta que menciones a Martínez, «ese hijo de puta, vago de mierda, que se llevaba todo el mérito sin hacer nada». Sobre todo si tú eres Martínez.

-Si tienes trabajo y te preguntan por los motivos por los que quieres cambiar, no expliques que tu jefe «es uno de ellos» y que «ya le implantaron el chip». Tampoco añadas que quieres «acabar con esta invasión, SEA COMO SEA».

-Mientras hables con tu entrevistador, procura mirarle a los ojos, ya que esto denota sinceridad y confianza. Pero no intentes hipnotizarle. Y si lo consigues, no le hagas imitar a una gallina. Cliché.

-No uses la palabra cliché. «Tópico» es preferible.

-Quién más, quién menos, todos hemos pasado una temporada en la cárcel por desfalco, pero mejor no lo incluyas en el currículum ni lo menciones en la entrevista. A no ser que hayas coincidido en prisión con tu entrevistador. En tal caso, recuerda con una sonrisa los buenos momentos y procura no referirte al incidente del almacén.

-Toma tu medicación antes o después de la entrevista. No suele estar bien visto lo de tomar antipsicóticos durante una entrevista de trabajo. Mejor arriesgarte a uno de tus famosos e hilarantes episodios, que además rara vez son violentos.

-Si te preguntan por tus pretensiones salariales, sé realista. Estando la economía como está, confórmate con no pagar. Respecto al horario, lo que ahora se lleva es salir el mismo día que se entró.

-En este sentido, muéstrate flexible y coloca los pies por detrás de la nuca.

-Al despedirte, evita estas preguntas: ¿Qué tal he estado? ¿Lo has pasado bien? ¿Te ha gustado tanto como a mí? ¿Me llamarás? ¿Quieres quedar mañana? ¿O vamos a tomar algo ahora? ¿Te apetece un café? ¿Ese es tu nombre de verdad? ¿Y este es tu número de verdad? ¿Puedo llamar para comprobarlo? ¿Te lo has pasado tan bien como yo? Mira nuestro reflejo, ¿no crees que hacemos buena pareja? ¿Por qué no hacemos una locura y nos casamos? ¿Eh? ¿Tú y yo? ¿Nos casamos? ¿Vamos al ayuntamiento y nos casamos? ¿Eh? ¿No? ¿Por qué no? ¿Es que no significo nada para ti? ¿Te abro mi corazón y así me recompensas? ¿Sólo soy otro candidato? ¿Eso es lo que soy para ti? ¿Otro candidato?

-Tampoco llames nada más salir y digas: «¡Sorpresa! ¡Soy yo! Te echaba de menos…»

-Los sobornos son una buena idea: todo el mundo tiene un precio. Pero claro, ese precio suele estar por encima de tu colección de cromos Panini de la liga 94-95. No, ese álbum no es «de coleccionista» y no tiene un «valor incalculable que se incrementa con el paso del tiempo». Tampoco te pagará tu jubilación. Y además, falta Chendo.

-No quemes puentes. Si no te han cogido, no lances cócteles molotov a las oficinas, ni te hagas con el teléfono personal del responsable de recursos humanos para llamarle a las cuatro de la mañana. Tampoco te presentes en la empresa llorando y preguntando ¿¡POR QUÉ!?

-Por otro lado, si te cogen, tampoco acudas el primer día a trabajar llorando y preguntando ¿¡POR QUÉ A MÍ!?

-Espera dos meses antes de ponerte «enfermo».