¿Qué es la internet? Os lo explico

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Es posible que hayáis oído hablar de un invento reciente que podría revolucionar el mundo de las telecomunicaciones: se trata de la internet, que conectaría nuestros ordenadores con la red telefónica y nos permitiría acceder a lo que ya se denomina la «autopista de la información».

Imaginad lo que algo así podría suponer para la civilización occidental (incluso la oriental): tendríamos acceso a los clásicos de la literatura universal (como Superlópez) hablaríamos con personas que están en la otra punta del mundo (pudiendo enviarles fotos de nuestros cuerpos desnudos) y, por qué no, podríamos entrar en los ordenadores del Pentágono (y lanzar varios misiles atómicos).

Recientemente tuve la oportunidad de adentrarme en el centro neurálgico de la internet: unas oficinas subterráneas llenas de computadoras y cables, situadas en Silicon Valley (California), una zona llamada así por su semejanza con el entreteto de una señora operada.

En esta central trabaja una cincuentena de personas, proporcionando todos los contenidos que podemos ver y leer cada día cuando surfeamos en la red. «Puede parecer mucho trabajo -explica el doctor Jakob Adenauer, director técnico de la internet-, pero contamos con los medios más sofisticados para llevar a cabo nuestra tarea».

Me lleva a una de las áreas más importantes de la internet, Gatitos, y me muestra cómo funciona. «En estas jaulas guardamos gatitos graciosos, como por ejemplo este de aquí -mientras habla, saca de su jaula a un gato que lleva pajarita-. Lo único que tenemos que hacer es introducirlo en la máquina de memes». Abre una compuerta metálica de la que sale una llamarada y arroja al gato dentro, que grita durante apenas unos segundos. «El meme se genera en esta pantalla y nuestro guionista escribe varios cientos de miles de frases graciosas».

Me presenta al redactor, un tal Damon Lindelof, que deja de teclear para agarrarse a mi chaqueta y explicarme en qué consiste su trabajo: «Sácame de aquí… Por favor… Te lo suplico…» Adenauer suelta una carcajada y lo aparta con un palo. «Qué bromista es. Así le salen luego las cosas de gatos».

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¿Esto es lo mejor que se te ocurrió, Lindelof? ¡Todo el mundo te odia!

Adenauer también me enseña cómo se hacen los gifs. «Se trata de uno de los mayores avances tecnológicos de la humanidad. Ni te imaginas lo que cuestan». El equipo de gifs está formado por cuatro personas que llevan trajes de amianto y a los que sólo podemos ver desde detrás de un cristal reforzado. «Esta gente trata las imágenes con radioactividad: ¡por eso se mueven!», explica Adenauer, que añade, con un tono de voz menos jovial, que «los técnicos en gifs acaban muriendo de cáncer después de apenas unas semanas de trabajo. No supone un problema real, porque casi todos son extranjeros, pero es un engorro tener que sustituirlos con tanta frecuencia».

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Técnico en gifs dándolo todo

Otra parte importante de la internet es la publicidad. «Nuestro trabajo consiste en que sea odiosa: que te tape el texto que estás leyendo, que tenga musiquita, que el botón para cerrarlo sea lo más pequeño posible… El objetivo es que hagas clic sin querer y se te abran setenta u ochenta pestañas». Es lo que Adenauer llama «marketing por erosión»: «Está comprobadísimo que si te insisten lo suficiente, acabas gritando BASTA, POR DIOS, BASTA, TOMA MI DINERO Y CÁLLATE, BASTA YA, NO PUEDO MÁS, ME QUIERO MORIR. No se trata sólo de nuestra experiencia diaria: hay estudios que lo demuestran».

Una preocupación de muchas empresas culturales es la piratería. ¿La internet es el paraíso de lo gratis? «Lo fácil es echarle la culpa a la internet. También es lo acertado, claro». Adenauer afirma que «las empresas tendrán que adaptarse» y no duda en añadir que «la internet ofrece muchas oportunidades de negocio, aparte de la ya mencionada publicidad. Hay expertos que están ganando mucho dinero con la internet dando conferencias en las que explican que se puede ganar mucho dinero con la internet».

Le pregunto al doctor Adenauer por los nuevos proyectos que está desarrollando y me explica que «lo estamos organizando todo en listas. Verás». Me lleva hasta una sala llena de archivos metálicos en la que un par de bibliotecarias cincuentonas con gafas en la punta de la nariz toman notas en multitud de fichas desperdigadas por varias mesas. «Internet contiene cantidades ingentes de información y conocimiento. Pero tanta información acaba resultando caótica y por eso necesitamos ordenarla. Por ejemplo -lee un par de fichas-: 27 cosas que no sabías del cuerpo humano, 42 inconvenientes de ser millonario, 11 motivos por los que un hombre debe leer, 19 gatitos graciosos… ¿Ves? Así es más fácil dar con la información que te hace falta».

Sin duda, la internet será aún más útil gracias a estas listas. ¡La información ya no estará dispersa en multitud de páginas, sino que se podrá acceder a ellas con un sólo clic! ¡Gracias, internet!

Le comento que he visto poca gente trabajando y me dice que eso es normal, ya que «la mayoría de los empleados trabaja en otras dos secciones». La primera es el área llamada Sabiduría, donde una decena de guionistas escribe comentarios para periódicos, foros y, sobre todo, Menéame. «Es un trabajo muy difícil, ya que deben comentar textos que no han tenido tiempo para leer, y aun así hacerlo como si supieran lo que pone y se hubieran enfadado mucho leyéndolos». Para hacerlo, añade, el departamento cuenta con «las personas mejor preparadas». Se trata de tertulianos medio retirados, como Juan Adriansens y Javier Nart. «No hay nada mejor para hablar de lo que no se sabe. Lo único que le pedimos es que sepa escribir un poco, excepto en el caso de Miguel Ángel Rodríguez, al que le dejamos que dicte a un mono borracho».

Este departamento también se encarga de las redes sociales: “Hay que darle a ‘me gusta’ en las fotos en las que sales gordo, escribir esos chistes tan buenos sobre gordas en Twitter y publicar fotos de magdalenas de colores en Instagram. Sí, este tema lo lleva el chico gordito del fondo”.

La otra gran área es la de Tetas, en la que otra decena de personas se dedica a colgar fotos y vídeos subidos de tono. No sé muy bien lo que ocurre con este departamento, pero lo cierto es que entro a echar un vistazo el 12 de julio de 1998 y salgo de allí el 2 de octubre de 2013. Me puse a mirar cosas, hice un par de clics y me lié.

«En realidad -explica Adenauer-, esto te podría haber pasado en cualquier departamento. Cuando los datos se transmiten por la internet, ya sea por cable o de forma inalámbrica, se crean unos campos electromagnéticos que rompen el tejido del continuo espacio-tiempo y generan una anomalía. Por eso cuando estamos con la internet y nos ponermos a ver gifs de gatos, el tiempo transcurre mucho más deprisa de lo que nos parece». Los gifs son especialmente peligrosos, «por culpa de la radiación».

Dejo las instalaciones de la internet muy contento con la experiencia. He aprendido mucho acerca de un medio que sin duda será muy importante en el futuro. ¡Estoy ansioso por conocer qué más sorpresas nos traerá la red de redes!

Autor: Jaime Rubio Hancock

Yo soy el mono de tres cabezas

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