El eterno retorno

Giammarco Boscaro (Unsplash)

“La historia se repite primero como tragedia, segundo como farsa, tercero como un musical de Broadway, que no hay quien los soporte; cuarto como la versión aún más cutre del mismo musical, pero en la Gran Vía; quinto como serie estiradísima, de las que piensas “esto habría funcionado como película, pero como ahora están de moda las series, pues nada, a meter capítulos de relleno”; sexto como el corto que rodó un amigo tuyo de la facultad; la séptima no está mal, pero no para ir al cine, quizás cuando la pongan en Filmin o donde sea; octavo como cómic de estos que son tan serios, que vienen en tapas durísimas y te cuentan unos dramas que madre mía; noveno como un entremés; décimo como la versión moderna del mismo entremés, con los actores vestidos con ropa del Zara; undécimo como una ópera; duodécimo como una space opera; decimotercero como Space Jam, pero Michael Jordan es de dibujos animados y los animales son de verdad; decimocuarto como una comedia romántica de Meg Ryan; decimoquinto como un monólogo de humor observacional que comienza diciendo “¿no os habéis fijado en que todos los monólogos de humor observacional comienzan diciendo ‘no os habéis fijado en que’?”; decimosexto como un grupo de improvisación que está empezando y aún hay dos que son un poco tímidos, pero ya verás cuando se lancen porque tienen mucha gracia; decimoséptimo como un juego de mesa que tiene unas reglas muy complicadas y esto es muy largo de explicar, ¿no tendrás por ahí el Scattergories? El Scattergories le gusta a todo el mundo; decimoctavo como un espectáculo de mimo en el parque, pero el mimo está encerrado de verdad en una jaula de cristal y está gritando, pero nadie le oye, es que ni siquiera es un mimo, trabaja en un banco, y al final muere de hambre; decimonoveno como una farsa otra vez, pero con otros actores, porque es un remake, que estos de Hollywood ya se han quedado sin ideas; vigésimo, como la segunda temporada de la serie de antes, pero nadie la ve y la cancelan; vigésimo primero como la novela esa de la que habla todo el mundo, pero a ti te da pereza leerla y al final la lees y, hombre, no está mal, pero no había para tanto; vigésimo segundo como un menú de catorce platos en un restaurante con estrella Michelin; vigésimo tercero como la resaca de después de ir a ese restaurante con estrella Michelin, que es culpa tuya porque te empeñaste en pedir el maridaje de vinos y además en esos sitios la comida es muy rara y no siempre sienta bien; vigésimo cuarto como un concierto de música clásica; vigésimo quinto como el mismo concierto, pero solo hay flautistas; vigésimo sexto como el mismo concierto otra vez, pero solo es un señor mayor con una armónica; vigésimo séptimo como una serie de dibujos animados, pero para adultos, en plan bruto, como Archer; vigésimo octavo como un rap en el metro, que me he enterado hace poco que eso pasa (yo es que voy en bus); vigésimo noveno como un sarpullido raro, pero no vas al médico porque seguro que no es nada y cuando te das cuenta resulta que es una enfermedad rarísima y te sale un tercer brazo de la oreja; trigésimo como una zarzuela, pero el plato, no el género chico; trigésimo primero como una sucesión de números primos; trigésimo segundo como una tragedia otra vez, pero casi todo el mundo es zurdo; trigésimo tercero como una parodia, pero hay gente que no se entera y se cree que va en serio (jajaja, hay que ser idiota); trigésimo cuarto como un grupo de whatsapp; trigésimo quinto como una actualización de Facebook; trigésimo sexto como un hilo de Twitter; trigésimo séptimo como una newsletter que dejaste de leer al segundo envío, pero te da pena darte de baja; trigésimo octavo como una charla con ese amigo que siempre te está diciendo lo que tienes que hacer y al final le vas diciendo “sí, sí” porque solo quieres que se calle y te deje irte a casa; trigésimo noveno como un postit que alguien dejó en la nevera y en el que solo pone: «No hay huevos»; cuadragésimo como una sesión de trabajo con unos consultores que están empeñados en que sea participativa y tú te preguntas cuánto estarán cobrando y qué pensarán sus padres de ellos; cuadragésimo primero como una peli porno; cuadragésimo segundo como una peli porno amateur; cuadragésimo tercero como un podcast en el que solo hablan de porno amateur; cuadragésimo cuarto como un documental en diez capítulos, que lo ves y dices, joder, mejor que una serie, solo que no sabes que se han inventado la mitad; cuadragésimo quinto como una charla con un amigo, pero ahora eres tú el que va dando consejitos; cuadragésimo sexto como otra novela de moda, no te has acabado la primera y ya hay otra más; cuadragésimo séptimo como una peli de Marvel, es decir, que dura muchísimo; cuadragésimo octavo como Gran Hermano 7; cuadragésimo noveno como un cómic de Mortadelo y Filemón, y esta es la mejor versión, es mi favorita y cuando lleguemos me pienso plantar y no quiero saber cómo son las siguientes, es más, ni tan solo quiero saber si hay siguientes”, Karl Marx (1818-1883).

Autor: Jaime Rubio Hancock

Yo soy el mono de tres cabezas