
—Lo siento, señora, pero no puede pasar.
—Es que vivo ahí.
—No puede pasar, le digo.
—¿Pero por qué?
—Jaime Rubio ha visto una cucaracha.
—¿Qué?
—Lo que oye.
—Ay, Dios. ¿Pero cómo ha sido eso?
—No podemos decir nada más todavía. Los bomberos están dentro examinando el edificio.
—¿No será una pelusilla como la otra vez?
—No lo sé, señora. ¡A ver, échense todos para atrás! ¡No se apoyen contra las vallas, por favor!
—La otra vez me pasé tres días en casa de mi hermano y al final solo era una pelusilla.
—Dime, te recibo. Sí… Sí…
—¿Es una pelusilla?
—De acuerdo… Recibido…
—Ojalá sea una pelusilla.
—A ver, escúchenme todos. Se ha confirmado: hay una cucaracha en el edificio. ¡Cálmense, por favor! ¡Silencio! ¡Silencio, les estoy diciendo! ¡Ya me han hecho desenfundar, no me obliguen a disparar! Bien, los bomberos han confirmado la presencia de una cucaracha en el edificio. Hemos llamado al ejército, que procederá a su eliminación.
—¿Con drones?
—Aún no lo sabemos. Estamos estudiando el tamaño. Pero no quiero engañarles: lo más probable es que haya que bombardear el edificio, echarlo abajo y quemarlo todo.
—Ay, habría preferido una pelusilla. ¿Y nuestras cosas?
—Para eso tendrán que reclamar al Ministerio del Interior, pero probablemente lo pierdan todo. El protocolo marca un perímetro de seguridad muy estricto que se ha de mantener durante al menos veinte años.
—¡Mi hijo! ¡Mi hijo está dentro!
—A ver, cálmese.
—¿Cómo quiere que me calme? ¡Mi hijo está dentro!
—¿Qué edad tiene su hijo?
—Treinta y cuatro años.
—Maldita sea. ¿En qué piso?
—Debería estar en el segundo B. Pero es que no es muy listo.
—Un momento, voy a avisar. Alfa 7 a Equipo Fuego, ¿me recibís? Tenemos dentro a un treintañero. Buscad a alguien con pulseras de festivales de hace como tres o cuatro años. Si necesitáis llamar su atención, gritad “aquí tienen IPA”… Ah, bien. Estupendo. Ya lo habían encontrado.
—Menos mal.
—Un momento, ¿qué es eso que viene por ahí?
—¡A ver, vamos a tener que ampliar el perímetro de seguridad! ¡Abandonen la zona!
—Ay, son tanques. ¿Seguro que no es una pelusilla? Si hay corriente se mueven y a veces Jaime se asusta porque parecen un bicho.
—¡Si tienen donde quedarse, váyanse ya! ¡No pueden quedarse aquí!
—Buenos días agente. Soy el teniente coronel Sánchez y estaré a cargo de la operación. ¿Está usted al frente de la seguridad?
—Eso intento.
—Necesito que retire a toda esta gente del perímetro. Mis hombres le pueden ayudar.
—Pues me haría un favor.
—Los cazas llegarán en unos veinte minutos.
—¿Cazas?
—Sí. Una vez confirmada la presencia de una cucaracha en el parking del edificio, no queremos correr ningún riesgo. Podría subir.
—El parking no es aquí.
—¿Qué dice, señora?
—El parking no está en el edificio. Es ahí, en el de enfrente.
—¿Este edificio no tiene parking?
—No.
—¡Esto es inaudito! ¡El CNI siempre jodiéndolo todo! ¡Así nos fue en Iraq! ¿Pero los bomberos dónde estaban?
—En el edificio.
—¿Hay dos cucarachas, entonces? ¿Una en el edificio y otra en el parking?
—Francamente, coronel, no lo sé. Pero si hay dos, estamos hablando de una plaga.
—Voy a avisar y a solicitar nuevas instrucciones.
—¿Entonces podremos volver a casa?
—No lo sé, señora. ¡Échense todos para atrás, por favor, no se apoyen en las vallas!
—Creo que mi otro hijo está en el parking.
—Ahora nos encargamos de todo.
—Mire, ahí viene otra vez el coronel.
—Agente, es más grave de lo que creíamos.
—Dígame.
—¿No serán dos pelusillas?
—Hay que evacuar la ciudad. Dentro de poco informarán los medios de comunicación, pero creo que debe saberlo: el presidente y los ministros ya están fuera, en varias localizaciones seguras.
—¿Qué dice ahora el militar, que desde aquí no oigo nada?
—Que hay que evacuar la ciudad.
—¿Otra vez?
—¡Mis hijos están en la ciudad!
—A ver, señores, necesito que se retiren. Dentro de poco llegarán unos autobuses. Tendrán que subirse a ellos.
—¿Pero a dónde nos llevan?
—No lo sabemos aún, pero se les informará de todo. Aquí no se pueden quedar. Jaime Rubio ha visto una cucaracha y es posible que en total sean dos. Hasta el momento hemos encontrado una cucaracha por edificio, la ciudad está ya perdida. No podemos correr ningún riesgo. Repito, no podemos correr ningún riesgo.