
—Buenos días. Venía a devolver este universo.
—¿A devolverlo? ¿Por qué?
—No tiene nada que ver con lo que me prometió.
—¿Pero por qué dice eso? Es uno de mis mejores universos.
—Pues no quiero ver ninguno de los peores.
—Oiga, sin faltar.
—Lamento ser tan brusco, pero es que me ha decepcionado muchísimo.
—Dígame, a ver.
—De entrada es aburridísimo. Hay un Big Bang al principio que es muy bonito, eso no se lo niego. Qué de colorines. Pero luego vienen más de 13.000 millones de años en los que no pasa nada.
—¿Cómo que no pasa nada? Se forman las estrellas, los planetas…
—Eso es lentísimo. Y solo son remolinos de polvo. Al final, todos los planetas son iguales… ¡Bolitas redondas!
—No sé qué decirle, la verdad. A mí me parece de lo más interesante.
—Es todo el rato igual.
—Pero luego viene… La vida.
—Ese es otro problema, que hay muy poca.
—¿Cómo que hay muy poca? Hay elefantes, monos, perritos simpáticos, palmeras… Y cuatro planetas con vida en total: uno aquí, el otro en este…
—Separadísimos. Esperaba, no sé, algo de contacto.
—Eso es muy violento. Siempre acaba con guerras.
—Pues mejor, más emoción.
—Ya, pero los universos así duran menos.
—Claro, es mucho más divertido ver cómo se buscan sin encontrarse durante milenios. Porque parece que están a la distancia justa como para que no puedan comunicarse entre ellos jamás.
—Así es, cuesta mucho calcularlo.
—Por lo que esas civilizaciones se extinguirán antes de lograrlo.
—No quiero hacer spoilers, pero por ahí va la cosa, sí.
—Y no es lo único malo.
—Ah, que tiene usted más quejas.
—Pues sí. ¡La dimensión del tiempo está mal hecha! ¡Solo va hacia adelante!
—Hombre, siempre se puede curvar el espacio-tiempo para hacer un agujero de gusano.
—Ya, pero luego queda la marca.
—Es que si se juega con el tiempo, luego hay paradojas.
—Mejor, ¿no? Más divertido.
—Mire, entiendo que a usted le gustan más los universos industriales, pero aquí los hacemos a mano y tenemos mucho cuidado con las dimensiones para que los universos duren lo que tienen que durar. Las paradojas parecen muy divertidas al principio, pero a la larga lo único que hacen es estropear los universos. Cuando se llenan de gente que no debería haber nacido porque alguien mató a sus padres antes de que se conocieran, se atascan y ya no sirven para nada. Este le puede durar otros 13.000 millones de años sin problema.
—¿Y para qué lo quiero, si me aburre? Mire, es que es todo negro. Apenas hay cuatro puntos de luz y unas pocas nebulosas.
—Es elegante. Es un universo, no un espectáculo de fuegos artificiales.
—Ya. Pues tiene fugas.
—¿Fugas?
—Sí, mire, aquí hay una: todo lo que se acerca a este agujerito se escapa y luego no hay forma de volverlo a meter. Una de las civilizaciones se me cayó por ahí. He tenido que llevar la alfombra al tinte.
—Es un agujero negro. Cuando los universos se hacen a mano siempre queda alguno.
—Pues es una chapuza.
—Al contrario, es un signo de calidad. Es la única manera de mantener el equilibrio de energía. Por eso algunos de los industriales se acaban desinflando y llegan al Big Crunch.
—A ver, antes de comprarme este tuve uno industrial y reconozco que no me duró ni 5.000 millones de años. Pero al menos pasaban cosas. Y, cuando pasaban, no se caían por un descosido.
—Hombre, pero un universo no es un pasatiempo. Se trata de admirar la elegancia matemática de su evolución.
—¿Pero qué elegancia ni qué niño muerto? Mire, mire.
—¿Qué es eso?
—Un tal Jaime Rubio.
—¿Pero qué hace?
—Se está intentando anudar los cordones.
—¿Pero por qué lo hace con el pie en el aire?
—Cree que así gana tiempo.
—¡Se ha caído!
—Es la tercera vez esta semana.
—¿Y ahora a qué se dedica?
—Está leyendo en la Wikipedia resúmenes de clásicos del cine.
—¿Por qué?
—Para poder decir que los ha visto.
—¿Pero qué clase de persona haría tal estupidez?
—Huy, espere.
—¿Qué hace?
—Está haciendo algo que llaman “tuitear”.
—Son varios tuits seguidos.
—Está hablando de sus películas favoritas.
—Sí. Las que acaba de consultar en la Wikipedia. ¿Pero por qué hace eso?
—Porque así le retuitearán.
—¿Le qué?
—Otras personas compartirán el hilo con más gente.
—¿Pero por qué? Si está todo copiado de la Wikipedia…
—¡No lo sé!
—¿Y los demás son así?
—Bueno, este es un caso extremo.
—En mis universos los animales racionales suelen ser más creativos. Se dedican al arte, a la literatura, a la ciencia.
—Pues ya ve, aquí prefieren buscar formas de ahorrarse décimas de segundo al anudarse los zapatos.
—No me extraña que se aburra.
—¿Entonces me va a devolver mi dinero?
—Sí, sí… Y tanto… ¿O quiere que se lo cambie por un universo nuevo? Uno sin Jaime Rubio, por supuesto.
—No, no. Creo que esto de los universos no es lo mío.
—En fin, ya lo siento.
—No pasa nada. ¿Lo va a reparar?
—No creo que pueda. Creo que lo doblaré y lo guardaré en el almacén. Quizás pueda usar alguna de las piezas.
—Pues gracias.
—No, gracias a usted. Y perdóneme.
—No se preocupe.
—13.000 millones de años para esto.
—Y no le ha visto intentando ligar.
—Ni ganas.