Encontrada mascota cerca de la plaza de Sants. Mide diez kilómetros de altura y tiene cientos de tentáculos en la boca. Su cuerpo está recubierto de escamas que parecen de un color verde oscuro, pero cuando uno se fija un poco, ve que tienen todos los tonos del universo. Sus alas son rudimentarias, pero al desplegarlas, crean una sombra tan negra que provoca semanas de pesadillas. Desde que lo encontré, me despierto cada noche bañado en sudor frío y gritando “tekeli-li, tekeli-li”. Mis vecinos no están nada contentos.
Mientras le sacaba una foto para el cartel, mi esposa cometió el error de mirarle a los ojos y entró en estado de shock. Cuando voy a verla al sanatorio de Arkham y le preguntó qué vio en esa mirada, solo me dice que se trata de “un horror indescriptible”. A continuación, se pasa tres cuartos de hora describiéndolo.
-En el abismo de sus ojos vi la lucha de los antiguos y oí ese grito ancestral, tekeli-li, tekeli-li…
-¿Seguro que no eran tiroleses? Yo no recuerdo mis sueños, pero a lo mejor salen tiroleses.
-Vi construcciones de varios cientos de metros de alto, en materiales no conocidos por los humanos y con formas que nunca había visto antes.
-Los tiroleses también dan mucho miedo.
-Sus ojos son como grutas abiertas a la oscuridad del universo, donde habitan millones de seres que esperan el retorno de los antiguos…
Responde al nombre de Cthulhu, pronunciado de varias maneras: tulu, catulu, chulu, culu… Aunque solo si uno se arrodilla y dice antes algo como “oh, señor de los grandes antiguos, déjame ser uno de tus siervos y formar parte de tu semilla estelar”.
Le pregunté quiénes eran sus dueños y me contestó con un rugido que me dio a entender que los grandes antiguos no tienen dueños y que cuando llegue la hora de su retorno no quedará ni rastro de nuestras vidas. Nadie nos recordará. Nadie sabrá que estuvimos en este universo. Todos nuestros esfuerzos son insignificantes. No somos más que una mota de polvo en la historia del universo.
Está bien cuidado y se alimenta de la ansiedad del barrio, pero agradecería que sus propietarios pasaran a recogerlo en cuanto les sea posible. Por las noches oigo gemidos y crujidos. Por lo general, son las tuberías, que son muy antiguas, pero a veces se trata del lamento de los shoggoth, que están esperando que su señor despierte.