Medidas básicas de higiene

Foto: Pan Xiaozhen, (Unsplash)

Al fin se demuestra que tenía razón. Siempre me habían llamado hipocondriaco, exagerado, histérico y un poco feo, pero ahora con el coronavirus, ¿quién se ríe? Nadie, porque las carcajadas podrían soltar pequeñas gotas de saliva que nos contagiarían.

Durante toda mi vida he sido extremadamente cuidadoso con mi higiene personal, precisamente por el temor a contagiarme de enfermedades exóticas cuya mortalidad se pudiera comparar, para bien o para mal, con la gripe. Por ejemplo, no es que me lave las manos a menudo, sino que las llevo siempre metidas en un cubo con alcohol que llevo colgando del cuello.

También observo con satisfacción que mucha gente ha empezado a preguntarme por la rutina que sigo para limpiar el móvil, foco de gérmenes, bacterias, virus y créditos bancarios preconcedidos, entre otros peligros para la salud. Muy sencillo: cada día, nada más llegar a casa, lo primero que hago es limpiar el teléfono con Fairy y agua caliente. Después meto el teléfono en arroz para que se seque. Suelo usar un risotto de setas. Si no es temporada, un risotto de verduras funciona casi igual de bien.

A continuación, reseteo el móvil a los valores de fábrica, por si queda alguna superbacteria resistente a la higiene convencional. Después lo rocío con insecticida, le echo un chorro de ron, arrojo una cerilla encendida y salgo a comprarme un móvil nuevo. Si ya es tarde y han cerrado las tiendas, aporreo la puerta hasta que abran, mientras grito: “POR EL AMOR DE DIOS, NO PUEDO LEER TWITTER”.

Con el móvil nuevo sigo el mismo procedimiento, ya que no me fío de si en la fábrica han seguido unas medidas higiénicas mínimas.

Las últimas dos veces se me quemó el piso por culpa de esta rutina de limpieza, pero no pasa nada porque todos los expertos recomiendan incendiar tu casa al menos tres veces al año, cuatro si tienes alfombras.

También es importante no tocarse la cara. Para evitarlo, me he confeccionado una máscara que está llena de clavos. El primer prototipo tenía los clavos hacia adentro, jaja, qué despiste. Perdí un ojo, pero no pasa nada porque tengo dos. Bueno, tenía dos.

Otro consejo para no enfermar nunca y ser inmortal es no tocar a nadie. Esta es fácil porque tampoco hay nadie que quiera tocarme a mí. De hecho, mis padres me echaron de casa nada más cumplir los 47 años y lo hicieron con ayuda de un palo muy largo. Pero nos llevamos bien: no bloquearon mis llamadas hasta hace un par de meses.

Hay que recordar que la boca es uno de los principales focos de gérmenes. Las bocas en general son asquerosas: están llenas de saliva y casi todas tienen lengua, que es una mezcla repugnante entre una babosa y un intestino. Por tanto, recomiendo alimentarse por sonda, como hago desde hace ya varios años. Truco: diecisiete Twix triturados contienen todos los nutrientes que necesitas para pasar la mañana.

Por último, si estornudas no lo hagas en la mano: se te llena la mano de gérmenes. Ni en el codo: se te llena la chaqueta de gérmenes. Ni en un pañuelo: se te llena el bolsillo de gérmenes. En cuanto sientas la necesidad de hacerlo, agarra a la primera persona que veas y estornuda directamente en su barriga, usando todo su cuerpo como pañuelo. Si no hay nadie cerca, ponte dos tapones de corcho en la nariz hasta que se te pasen las ganas de estornudar. Sí, siempre hay que llevar dos tapones de corcho en el bolsillo. Los de cava son los que mejor funcionan, en mi opinión. Si estornudas con los tapones puestos, no te los quites hasta que puedas sumergirte en una bañera llena de amoniaco. Si los tapones se caen con el estornudo, ve a urgencias y explícales detalladamente lo ocurrido, cerrando tu discurso con la conclusión obvia: “Y por eso me voy a morir en breve”.

Espero que estos consejos os sirvan. Mi médico siempre me dice lo mismo: “Por favor, salga de aquí, esto es una zapatería”. Podría serlo, nunca abro los ojos -bueno, el ojo- para evitar que me entre, yo qué sé, la lepra y me muera al instante.

Autor: Jaime Rubio Hancock

Yo soy el mono de tres cabezas

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