El debate sobre el estado de la nación se saldó con tres muertos y diecisiete heridos, cifras similares a las de hace dos años, cuando murieron dos diputados y resultaron heridos veintiuno.
La jornada comenzó con el discurso de Mariano Rajoy, que exigió a gritos y de forma muy contundente, “la dimisión en pleno tanto del presidente como de los ministros de este gobierno, que nos ha dejado seis millones de parados y un nuevo disco de Extremoduro. ¿Hasta cuándo tendremos que soportar esto?”.
Una vez se dio cuenta de que Soraya Sáenz de Santamaría le tiraba de la chaqueta y después de que la ministra le recordara que él era el presidente, Rajoy carraspeó, reordenó los papeles, le preguntó a Sáenz de Santamaría “¿segura?” y “¿desde cuando?”, y prosiguió con su discurso, explicando que seis millones de parados no son tantos, “al fin y al cabo, todavía hay una mayoría de la población con empleo”.
Rubalcaba increpó a Rajoy apelando a los sentimientos y le recordó que “ya no me contestas a los whatsapps… Veo que te conectaste y que el mensaje tiene doble clic… ¿Es que ya no me quieres?”. En su contrarréplica, Rajoy explicó que necesitaba su espacio y que por favor no le atosigara. “Y hoy he quedado con mis amigos para ver el fútbol, te aviso porque luego no quiero discusiones tontas”.
Llegó el turno de los partidos pequeños y todos nos fuimos al bar a tomar unas cañas. La anécdota del día llegó cuando el portavoz de Izquierda Plural tuvo que salir corriendo, croquetita en mano, a dar su discurso. Además, Duran i Lleida hizo su intervención desde la suite del hotel, mientras le hacían la pedicura.
Al día siguiente, fue muy aplaudida la intervención de Tony Soprano, sobre todo en lo que hacía referencia al caso Bárcenas: “¿Bárcenas? No sé de qué me está hablando. Yo no conozco a ningún Bárcenas. Y tú tampoco. ¿Verdad que no? ¿A que nos hemos confundido? Eso me parecía. Buen chico”.
Más conflictivo fue el discurso de Godzilla, causante una vez más de los muertos y heridos. Antes de soltar fuego por la boca y devorar a los ministros Cristóbal Montoro y Alberto Ruiz-Gallardón, además de a la diputada Rosa Díez, Godzilla expuso las ideas económicas básicas de su partido: recortar los impuestos a las pymes, ofrecer ayudas a los empresarios que contraten a jóvenes, incrementar los impuestos a los más ricos y destruir la ciudad de Tokio.
El teniente coronel de la guardia civil Antonio Tejero cerró la ronda de intervenciones soltando tacos y disparando al aire.
Mariano Rajoy respondió brevemente a los portavoces de los grupos parlamentarios por orden: “Sí, sí, no, quizás, no, no, no, a veces, no, mi color favorito es el rojo, no, sí, no, gracias, no, bueno, sí, no sé, no entiendo mi letra, y no me extiendo más, que tengo una partida de Apalabrados a medias”. Al oírlo, Rubalcaba no pudo evitar gritar: “¡Claro, tienes tiempo para jugar al Apalabrados, pero no para contestar a mis mensajes!”
Touché.
El árbitro señaló el final del partido cuando el marcador recogía un resultado de 6 a J, favorable a la banca. El personal de limpieza despertó a los diputados, muchos de los cuales llevaban durmiendo desde la mañana del jueves (el jueves 18 de octubre de 2012). No hubo declaraciones a la salida, a excepción de dos rugidos de Godzilla, que tenía hambre.
(Publicado originalmente en Periódico Diagonal).