Cuando aterrices en Barcelona no estaré en casa, así que te explico cómo puedes llegar. Lo primero que debes haces al salir de la terminal es parar un taxi. Cuando subas, dile que vaya hacia la ciudad y ya le indicarás, pero luego cambia de opinión y grita que los taxis son carísimos, al mismo tiempo que abres la puerta en marcha. Cuando te deje bajar o, lo más probable, te eche, roba la primera bicicleta que veas y pedalea por la autovía hasta que te atropelle un camión. Si no encuentras ninguna bici, ve corriendo por la autovía. En este caso, te puedes dejar atropellar por una furgoneta.
Despierta en el hospital de Bellvitge dos o tres días más tarde, con alguna extremidad rota, la cabeza vendada y dolor en todo el cuerpo. No te dejarán salir y además harán bien porque es probable que tengas alguna conmoción cerebral que suponga un peligro para tu vida, pero como sólo vienes para unos días, lo mejor es que te vistas y huyas con tu maleta cuando no miren.
Una vez en la calle, coge el metro y baja en cualquier parada del centro; por ejemplo, en plaza Catalunya. Ve a un bar que te guste y pide una cerveza y algo para picar. En seguida notarás que la cerveza te anima, y más con el estómago prácticamente vacío, por lo que te verás con ganas de pedir una botella de vino. No te cortes. Pide algo más de comer. Ve a una coctelería. Haz amigos. Sal por bares cuyos nombres no recordarás al día siguiente. Invita a una ronda de chupitos. Disimula el rictus de disgusto cuando notes el abrazo de un tipo sudoroso que insiste en que le caes muy bien. Pierde la maleta y encuéntrala en el bar donde estabas antes. Pregúntate quién ha puesto otro vaso medio lleno en tu mano y por qué está ya medio vacío.
Despierta en el suelo de una sala de estar que no conoces tras dormir apenas dos o tres horas. Incorpórate gimiendo por culpa del dolor de cabeza y mira alrededor: es probable que haya más gente durmiendo en esa casa. Tal vez en el sofá, quizás en un sillón o puede que incluso en la bañera.
Sal a una calle del Eixample, con la maleta en la mano y algo mareado, pero contento. Camina en dirección Llobregat. Cuando te estés acercando a mi casa, verás la estación de Sants. Animado por el alcohol que aún debe correr por tus venas y por esas breves horas de sueño que crees que te han despejado, decide que es una oportunidad tan buena como cualquier otra para comprar un billete de tren y pasar el día en Girona, así que entra en la estación y sube corriendo al tren, que justo acaba de parar en la vía.
Quédate dormido y despierta en algún pueblo del sur de Francia. Habrá algo de lío cuando intentes explicar en la estación lo que te ha ocurrido, porque tienes hambre, sueño y sed, no tienes ni idea de francés y además te sigue doliendo la cabeza. Aun así, logra convencer al taquillero para poder subir al siguiente tren de vuelta sin coste adicional. Llega a Girona cansado, con ganas de una ducha y sin ningún interés por ver la ciudad.
En la estación, pregunta si tienen consigna para dejar la maleta. No la tendrán o estará ya llena, así que ve por la ciudad arrastrándola, desganado, con dolor en el brazo izquierdo, el escayolado, y con la boca seca y pastosa. Ventaja de ir con la maleta: podrás sacar las gafas de sol para protegerte de esa luz que está empeorando tu jaqueca.
Llega al barrio judío y para en un bar a desayunar, aunque en realidad ya son las dos de la tarde. Enamórate de la camarera y piensa en la posibilidad de decirle algo, pero cuando logres el valor suficiente y ya hayas llamado su atención para hablar con ella, recuerda que ligar con una camarera es muy poco elegante: la pobre está trabajando y no tiene ganas de escuchar las tonterías de un tipo que aún huele a alcohol y que necesita una ducha y una siesta, así que cambia de opinión y pide otro café que en realidad no quieres y que por ese motivo dejarás a medias.
Sal del bar y llega hasta la catedral. Una vez allí, decide que ya has visto suficiente de la ciudad, aunque tampoco hace falta que admitas que has hecho el ridículo y que deberías haber ido directamente a casa al salir por la mañana de aquel piso.
Duerme durante el viaje de vuelta. Cuando despiertes y salgas de la estación, te darás cuenta de que te has confundido de tren y estás en Zaragoza. Allí no hablan francés y no te cuesta que te entiendan, pero quizás por eso mismo no consigues que te cuelen gratis en el tren a Barcelona gratis. Por desgracia, tu tarjeta no funciona, quizás porque anoche llegaste al límite mensual al pagar la tercera ronda de tequilas, y no tienes efectivo suficiente, así que te verás en la estación de Delicias sin saber muy bien qué hacer.
Pasa unas horas complicadas en la ciudad. No te queda batería en el móvil y los bancos están cerrados hasta el lunes. Como tendrás algo de calderilla, aprovéchala para llamar a tu padre, a ver si te puede echar una mano, pero no te lo cogerá, porque nunca contesta a teléfonos que no conoce. Llama a un par de amigos hasta que uno de ellos te haga caso. Por desgracia, está de viaje en Munich. Quédate sin monedas justo antes de poder pedirle que avise a alguien que pueda acercarse a Zaragoza a echarte una mano.
Ríndete y ve a un cash converters, a ver si puedes vender algo de lo que llevas en la maleta. Tras deshacerte de tu Ipad, reunirás dinero suficiente para el billete a Barcelona y quizás unos quince o veinte euros más para comer algo, aunque no para dormir. Porque como ya no hay plazas en ningún tren ni autobús para esa noche, tendrás que pasar la noche en un bar, bebiendo la misma cerveza durante horas, y la madrugada en un banco, quizás en la propia plaza del Pilar.
Sube al tren por la mañana. Ve al lavabo y cámbiate de ropa, dándote un poco de esa agua rancia de los trenes en la cara, en las axilas y, tras comprobar una vez más que la puerta está bien cerrada, en la entrepierna. Cuando te sientes, intenta no llorar y aprovecha para cargar el móvil y dormir un poco.
Cuando salgas de la estación de Sants, pregúntale a alguien por mi dirección y sigue sus indicaciones hasta mi calle. Llámame por el camino. Te diré que sigo liado y que lo mejor es que le pidas las llaves a la vecina de abajo. Piensa en las ganas que tienes de darte una ducha. Mira el reloj y date cuenta de que ya no te queda tiempo. Para un taxi y ve al aeropuerto a coger tu vuelo de vuelta. Envíame un mensaje para darme las gracias por mi hospitalidad, justo antes de darte cuenta de que no vas a poder pagar la carrera.
Hola Jaima:
Aunque las instrucciones están muy detalladas, me he perdido. En concreto me he quedado en el primer bar y aun no he conseguido salir. Ni siquiera he llegado a la Plaza de Catalunya, que va; me he metido en uno de los de la autovia que tenía unas lucecicas muy bonitas y unas chicas muy amables y acaloradas. Ya te aviso cuando llegue.
Igual me tienes que mandar 5000€ para el taxi y el whisky.
Un abraso.
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Vaya, sólo me quedan 4.770.
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Traéte Pepsi cuando vengas a casa, que dice tu hermana que ella quiere Coca Cola.
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