Un conocido experimento empresarial nos muestra lo curioso de los mecanismos de la motivación en el trabajo, además de romper el mito de que los incentivos económicos son los que mejor funcionan.
En una misma compañía, a un grupo de trabajadores se le dio coche de empresa y se le subió el sueldo un quince por ciento. A otro grupo del mismo nivel y con las mismas responsabilidades sólo se le compró una cafetera para compartir en la oficina y se le dio dinero para café, azúcar y galletitas danesas.
Adivinad qué grupo mejoró más su rendimiento.
El del café, obviamente.
Al principio se arguyó tomar café es una actividad que se lleva a cabo en grupo y esto mejoró el ambiente laboral. Además, se trataba de un incentivo simbólico, lo que va en línea con lo que sabemos acerca de la complejidad de las motivaciones personales y de las dinámicas de trabajo en las oficinas. Es decir, motivar no consiste en tratar a los empleados como máquinas expendedoras que funcionan con monedas, sino como personas con diferentes objetivos y preferencias.
Eso fue hasta que se comprobó que los tipos de los coches llegaban cada día tarde a la oficina por culpa de los atascos. Y que dos de ellos habían muerto en terribles accidentes. Bueno, en realidad uno no murió. Quedó en estado vegetativo. Lo desconectaron, pero aún aguanta gracias a la pila del marcapasos. Esas pilas duran diez o doce años tranquilamente. Además y con el incremento de sueldo, otro se fue de vacaciones a un páis exótico, donde fue asesinado, mientras que al menos cuatro acabaron adictos al alcohol, a las drogas y/o al juego, ya que tenían más dinero para dedicarlo a esas actividades que les servían para soportar la agonía absurda de la jornada laboral.
Lo peor vino cuando el grupo de la cafetera se enteró de que a sus compañeros les habían regalado esos Audis negros y, resentidos, quemaron la oficina y asesinaron a los dueños, a los altos directivos, a los psicólogos que habían diseñado el experimento, al jefe de personal que lo había permitido, a un tipo que había escrito un libro sobre cómo motivar a los empleados y a sus primogénitos.
«¡Café -gritaban-, los hijos de puta nos daban CÁPSULAS DE CAFÉ DE TREINTA CÉNTIMOS!» Cuando les recordaban lo contentos que estaban, los empleados aseguraban con los ojos enrojecidos por la ira que hubieran estado aún más contentos con un Audi negro. Incluso con un Audi gris.
Los trabajadores fueron juzgados y absueltos de todos los cargos. El juez aseguró en su sentencia que «él hubiera hecho lo mismo» y que estaba «hasta las narices de esas galletas danesas, que te las ponen en todas partes y no tienen ni chocolate, ni pasas, ni nada que sepa a algo que no sea mantequilla».
No sé si he entendido bien el consejo, enseñanza o información que este artículo pretende mostrar.
En mi condición de empleado, ¿debería dejar de tomar café? ¿me lo debería traer de casa? ¿me aconseja romperle las piernas a mi jefe?
Como empresario que soy, ¿me recomienda poner una máquina de café, comprar coches para mis lacayos o tal vez, para empezar, abrir una empresa?
¿Alguien se ha tomado la molestia de instalar cafeteras en Audis de empresa? Es más, ¿es correcto escribir «Audis», haciendo de esa manera un plural de un nombre propio?
¿Está listo mi kimono? ¡kiaaaaaaa!
Me gustaMe gusta
Claro:
2.8. Nombres propios. Puesto que los nombres propios, a diferencia de los comunes, no designan clases de seres, sino que sirven para identificar un solo ser de entre los de su clase, no suelen emplearse en plural. Sin embargo, al existir seres que comparten el mismo nombre propio, sí cabe usar este en plural para designar varios referentes: Los Javieres que conozco son todos muy simpáticos; En América hay dos Córdobas, una en la Argentina y otra en México.
(…)
d) Cuando se usa una marca comercial para designar varios objetos fabricados por dicha marca, si el nombre termina en vocal, suele usarse con la terminación -s característica del plural, mientras que, si termina en consonante, tiende a permanecer invariable: Hay tres Yamahas aparcadas en la puerta; Los Opel tienen un motor muy resistente. Lo mismo ocurre con los nombres de empresas, cuando designan varios de sus establecimientos: Últimamente han abierto muchos Zaras en el extranjero; Hay dos Benetton en Salamanca. Si el nombre es compuesto, permanece invariable: Los nuevos Corte Inglés de la ciudad son muy grandes.
Fuente: http://lema.rae.es/dpd/srv/search?id=Iwao8PGQ8D6QkHPn4i
En cuanto al resto de preguntas, la respuesta a todas es «¿uh? ¿Es a mí?».
Me gustaMe gusta
Tu post me ha motivado
no sé para qué pero me ha motivado
Voy a reunirme con mi jefe para averiguarlo.
Me gustaMe gusta
Me quedo a vivir contigo.
Me gustaMe gusta
Un Audi, un Audi, bah. Donde esté un Ford T… eso sí que es una buena cafetera.
Me gustaMe gusta